Las hepatitis transmitidas por sangre se asocian con una alta morbi-mortalidad y acusan más de un millón de muertes por año en el mundo.
La identificación del virus de la hepatitis B en 1960 por Baruch Blumberg (descubrimiento que le valió el premio Nobel de Medicina en 1976), fue un paso trascendental para controlar las hepatitis transmitidas por sangre y relaciones sexuales no protegidas.
A finales de los años 70, Harvey J. Alter quien trabajaba en los Institutos de Salud de Estados Unidas (NIH) fue quien evidenció por primera vez, que existían casos de hepatitis transmitidas por sangre que no podían ser atribuidas a los virus de la hepatitis A o B. Junto con sus colaboradores demostró que la sangre de los individuos que habían contraído este tipo de hepatitis transmitía la infección a chimpancés, el único huésped susceptible además del ser humano. La enfermedad empezó a conocerse como Hepatitis “no A- no B”.
Michael Houghton, trabajando en la empresa farmacéutica, comenzó con el arduo trabajo de aislar la secuencia genética del virus. Junto con su equipo, creó una colección de fragmento de ADN, obtenidos de los hallados en chimpacés infectados. Asumiendo que en el plasma de los individuos infectados tenía que haber anticuerpos contra el virus, enfrentaron el plasma de los pacientes con los clones de ADN viral que codificaban para proteínas virales. Luego de un enorme trabajo identificaron un clon positivo.
Investigaciones subsecuentes permitieron determinar que se trataba de un nuevo virus ARN perteneciente a la familia Flavivirus y recibió el nombre de virus de la Hepatitis C.
Charles M. Rice, un investigador de la Universidad de Washington en St. Louis, junto con otros grupos que estudiaban virus ARN, observó que el genoma del virus de la hepatitis C, presentaba una región que no había sido previamente caracterizada. Consideró que esa región debía ser relevante en la replicación viral. A través de Ingeniería genética generó una variante del virus con la que realizó estudios en modelos de primates no humanos que permitieron demostrar definitivamente que el virus de la hepatitis C era el agente causal de la anteriormente llamadas Hepatitis (no A- no B).