Los pacientes internados en hospitales están expuestos a brotes nosocomiales por microorganismos transmisibles por contacto, por gotas o aerosoles. En la pandemia por la COVID-19 se notificaron en la literatura múltiples episodios de brotes nosocomiales por SARS-CoV-2, no solo en pacientes internados sino también en el personal de salud, con un enorme impacto en la morbilidad de los pacientes y la utilización de recursos. La Argentina no fue la excepción, siendo uno más de los desafíos de los comités de control de
infecciones de los hospitales.